Casi no hablaba
yo; con el periódico
plegado bajo el brazo, y mi
boina, mientras abría cáscaras de semillas
de girasol, con el pulgar y el
índice, ajustando
un poco la presión de las uñas hasta oír
el chasquido, el crujido, por sobre el sonido interminable
de la lluvia
del café de la plaza. Nikos —el
maestro
del realismo culinario— comentaba
la fiesta: "invadido
por ancianas vestidas de lila y morado, (el pueblo)
parecía una jaula de aves exóticas, con sus
pintores de marinas; y sus
funcionarios". También Mr. Thomson —director
en vacaciones del Matrimonial
Post— podría coincidir conmigo,
cuando escribí que "la virtud
como el capital, tiende a concentrarse".
-
No hay comentarios:
Publicar un comentario