lunes, 9 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 10 - JULIA: ANTES DE ESCRIBIR

Antes de escribir 

nada, sería bueno saberlo: ¿qué tengo? Una conversación

confusamente halagadora en el Cráter, la sonrisa ambigua

de un boxeador desconocido —un motociclista

pálido guiándome en la noche, extendiéndome

un trozo de papel tras el cual seguir

buscando: aquello que yo misma hago

cada viernes

para el periódico de aquí. Insisto: ¿qué tengo?

¿Estoy impresionada por una muerte, por un esternón

roto, o por el modo en que Bernat señalaba una luz

titilando en lo alto del monte? Debo olvidarlo

todo, recordar

lo importante, volver al circo (anoto: buscar

bibliografía sobre los transhumantes, los 

despojados, los

asesinos nómadas) penetrar el jardín de

Carmen; medir 

la intensidad de las señales, hablar con 

el forense. Otra

taza de café frente al ordenador; pregunto: ¿es cierto

lo que se comentaba 

de Carmen? ¿Se comentaba algo de ella? Mi pelo

se ha resecado desde que estoy aquí en

este pueblo, giro

las puntas con la mano izquierda, mientras la derecha

sigue haciendo dibujos simétricos en una hoja

de papel: un chinito

que fuma frente al espejo, un gato —visto

desde arriba— caminando sobre una cuerda. El viernes

debo tener una versión más clara

de todo esto, debo explicarlo.


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